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 H I S T O R I A  Y  S O C I E D A D
Boletín electrónico

 

Por Lic. Brayham Madrigal Calvo*

El control sobre la población y la explotación de riqueza enfrentaron a la monarquía de Felipe IV “El Hermoso” y a la Iglesia (Bonifacio VIII) durante finales del siglo XIII y finales del siglo XIV. Sobre este asunto tal y como lo indica Charles Wood

“Referirse, en verdad, a las controversias como un problema en las relaciones Iglesia-Estado puede, en cierto modo, conducir a conclusiones erróneas, pues la Iglesia-Estado estaban organizados de tal manera que era imposible determinar dónde dejaba de funcionar una y dónde empezaba a actuar el otro”.

    ¿Por qué se da esta situación, y de dónde proviene el poder del Rey y del Papa? El poder del Rey proviene de Dios. Según las tradiciones. Dios le da a alguna sobre las otras de un pueblo la capacidad de reinar. Y este poder es ratificado por la máxima autoridad de la iglesia de la región. Entendiéndose también, que Dios le ofrece a un antepasado el poder de reinar sobre los demás hombres, y es reconocido por la iglesia. El poder del Papa se da de una forma similar, cuando Jesús nombra a Pedro como su representante, su sucesor, y lo faculta para que todo lo que él haga también quedará en el cielo. Aquí valdría preguntarse quién tiene más poder, y por qué. El Sumo Pontífice romano hereda el poder que le dio Pedro, para el cual le concede Jesús. Quien es el hijo de Dios.

    Pero, por el misterio y dogma de la Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres manifestaciones de un mismo ser, por tanto, son la misma persona con igualdad de potestades. Basándose con el escenario de Bonifacio en el poder de la Iglesia, y el poder de Felipe IV “El Hermoso” para el Estado. No se puede definir claramente los límites del poder entre ellos. Razón por la cual se presentan conflictos. Finales del siglo XIII y principios del siglo XIV.

    En efecto, el primer conflicto se inicia cerca del 24 de febrero de 1296. Felipe “El Hermoso” decreta impuestos al Clero. Y en respuesta a ello en esa fecha, el Papa Bonifacio VIII lanza la bula Clericis laicos, en la cual prohíbe fijar impuestos seculares al clero. “Todavía en la etapa inicial de su pontificado, Bonifacio tuvo que hacer frente a crisis en distintos frentes. Cuando en su bula “Clericis laicos” (1296) prohibió fijar impuestos seculares al clero”.

    Como réplica a esa situación, se estipula que antes del 18 de agosto de 1296. Felipe IV prohíbe la exportación de oro y plata de Francia. Cortando así las recaudaciones papales. “Sus intentos para detener la guerra entre Inglaterra y Francia provocaron la animadversión de Felipe IV, prohibió la exportación de dinero por parte del clero francés”

    Lo anterior refleja el siguiente golpe que da Felipe El Hermoso al dar esa prohibición que paraliza a Francia en la exportación. Implica que no se puede salir de Francia monedas. Es decir, el Vaticano es afectado económicamente. Francia es sumamente grande y rica, su aporte es de gran importancia. Lo cual debilita al Papa Bonifacio VIII.

    “Posteriormente, el 7 de febrero de 1297. En la bula “Romana mater”, Bonifacio suspende ampliamente Clericis laicos para Francia.” En el ínterin, los obispos de Francia escribieron a Bonifacio VIII pidiéndole que autorizara al monarca el establecimiento de un diezmo sobre las iglesias. El clero comprendió que no podía abstenerse de contribuir a la defensa del país.

    A Bonifacio no le gusta que le contradigan porque el Papa es considerado intocable. Entonces, esto fue una “burla” al no lograr su objetivo. Esta decisión debe permitir la contribución del grupo eclesiástico. Al final, se da una especie de maquillar ese intento del Papa por exonerar un financiamiento hacia Francia y los demás países. Este fenómeno representa la primera humillación a Bonifacio como figura de Papa. Felipe se dedica decirle a su papado que “usted no es nadie como  para hacer tan tremendo atropello en el poder”.

    No obstante, otro ataque entre la Iglesia y Estado se manifiesta entre marzo y junio de 1298. Cuando Bonifacio arbitra la guerra  flamenca de Felipe, pero se le permite hacerlo solo cuando Benedicto Gaetani, en calidad de persona privada. Su decisión favorece a Francia. “En el año de 1298 la mediación de Bonifacio en una disputa entre Eduardo I de Inglaterra y Felipe IV fue aceptada solo con la condición de que el Papa actuara como persona privada.”    

    El ducado de los flamencos está aliado con Eduardo I. La tradición de que la Iglesia en representación del Papa, tiene su protagonismo en las guerras. Esta vez se le atropella al encontrarse a un Sumo Pontífice, no como Bonifacio, sino como Benedicto Gaetani. Eso es signo de otro punto de ataque contra el Papa. Ante la visión sobre este caso en particular. Se somete a una pregunta que concreta la discusión. ¿No debía el Papa interferir, posiblemente, con mayor justicia, cuando veía a monarcas tomar acciones que podrían poner en peligro las almas inmortales de sus súbditos?6  Esa frase la expone San Bernardo con la finalidad de demostrar una función significativa del papado. Como lo es la intervención moral en los asuntos que provocan la violación humana en toda su conducta. Esto sin duda, es un prefacio para la actitud del Papa. Y por tanto, Bonifacio siente “piedras” que golpean su figura como jerarca de la Iglesia.

    Sumándose como evento de conflicto Iglesia y Estado.

“El terreno que había ocupado fue arado y sembrado de sal, para que permaneciera estéril; sólo se dejó en pie una sola iglesia, como testimonio del tipo de venganza que Bonifacio VIII había inflingido sobre quienes se atrevieron a resistírsele (1299)”.

    Eso es un intento de borrar las huellas de los Colonna, “que estuvieron ahí” y son asilados por el gobierno francés. Es una bofetada directa e inmediata hacia Bonifacio VIII.

   Además, otra circunstancia que se encuentra se da aproximadamente el 12 de julio de 1301. Cuando un obispo cuyo nombre es Bernard Saisset, obispo de Pamiers, es detenido por los agentes de Felipe, acusado de traición. “El nuncio, por la franqueza y claridad con que se expresó, no debió de complacer a Felipe “El Hermoso”, el cual de pronto le mandó encarcelar” 8. Se da la suposición de que el prelado va a Francia con la misión de comunicarle a Felipe el encargo sobre la cruzada, y así presentarle una queja por “violación” a derechos eclesiásticos. También, se puede indicar que como obispo, tiene acceso en la Corte. Eso le permite interactuar con los nobles. Por tanto, posee información a nivel de Gobierno. Y eso puede encontrar un gesto de “traición”.

    Como respuesta de Bonifacio por la captura del prelado Saisset. Se estima que el 4 y 5 de diciembre de 1301. “El pontífice, exige su liberación y convoca en Roma a todos los obispos franceses para un concilio. Examinan el gobierno del monarca y el estado de la religión de Francia. En Salvator mundi y Ausculta fili, Bonifacio suspende todos los privilegios sobre contribuciones clericales acordados a Felipe y le reprueba su conducta”.9 Es donde el Papa llama a todos los obispo para salvar a los espías, aprovechándose de esa situación. La decisión de suspender privilegios y las declaraciones por parte del Papa, son irrespetadas y definitivas. Lo que dictan es desvalorar el gobierno en el poder papal. “Y en la bula Ausculta fili (1301), subrayó su deber y derecho a regular la conducta del rey”.10 Aquí se observa la potestad de Bonifacio como Papa en defendí la Iglesia y los derechos y privilegios tradicionales.

    Empero, la réplica a esta lucha es de manera rápida. Según se establece, Felipe celebra en París una asamblea en la que participan el clero, la nobleza y las ciudades; todos, finalmente, apoyan al rey contra el Papa. En este caso, el 10 de abril de 1302. Ciudades se refiere a los burgues, cabezas de los gremios y principales sectores de la sociedad. Se justifica que la plata da más poder. Se hace la asamblea por imagen, entre los más importantes Nobles, burgos y maestros de los gremios. “Convocó al clero, a la nobleza y a la burguesía de Francia, a asambleas, en las que hábilmente manejó la situación y obtuvo un apoyo casi total…”  

    Así como en Roma, el Papa convoca su territorio. En Francia, Felipe realiza otra congregación. Cada uno lo hace en su lugar. Y como se plasma en la biblia: “si no estás conmigo, estás contra él”. Felipe recibe un apoyo unánime porque es conveniente que los que asistan respalden el criterio del monarca. Todo por la presión en el propio lugar de Francia que se hizo la Asamblea.

    Continuándose con las luchas. “El 11 de julio de 1302. El ejército francés sufre una desastrosa derrota, que le infligen los flamencos en Courtrai”.12 Esto repercute para la lucha. Al haber recursos económicos para sustentar la guerra, la pérdida hace que el gobierno francés decaiga. El dinero que sale de las arcas del Estado de Felipe IV es para defender sus soldados, el cual se obtiene de sectores como del área de la agricultura. Es un duro golpe para Felipe, su imagen a nivel internacional es difícil. Le cara la derrota, solo desde la perspectiva económica y políticamente.      

    Para ir recorriendo esa ruta de luchas que contienen un sentido de búsqueda de poder. Se establece la apertura del concilio papal en Roma. Esta vez con una asistencia de los obispos franceses. Desarrollándose en noviembre, y a la vez, publicándose la Unam Sanctam. “El único hecho que surgió de todo este proceso fue una declaración general dirigida a la Iglesia en su totalidad, que es el acto de la carrera de Bonifacio: la bula “Unam Sanctam” (18 de noviembre de 1302)”.  

    Por consiguiente, que vaya la mitad de los obispos, implica división de poderes. Una vez más, Bonifacio reafirma un comunicado de “el poder lo tengo yo”. Para recordar lo potente de la Iglesia para hacer de lo suyo. Como institución para el pueblo. Este documento declara el poder del Papa como Vicario de Cristo. La superioridad en cualquier reino, que “el Papa no puede ser juzgado por ningún tribunal terrenal”. Sólo puede hacérsele juicio con la ley divina. “…Hay una sola Santa Iglesia católica y apostólica a la que estamos obligados a reconocer. Fuera de ella no hay salv

ación ni absolución para los pecados”. Entre febrero y marzo  de 1303. Felipe celebra nuevas asambleas. Toma una actitud cautelosa con respecto al Papa. Felipe se defiende: “el gobierno del reino incumbe al Rey, y sólo a él; que no reconoce a un superior; que no debe sometimiento a hombre viviente alguno por cosas temporales”.

    Como agregación a esta pugna. En marzo de 1303, Felipe envía a Nogaret a Italia por una misión secreta. Como efecto inmediato en ese mismo mes. Éste proclama usurpador y herético a Bonifacio. Pide a Felipe ayuda para la convocación de un concilio en el que se condene a Bonifacio y se elija a un nuevo Papa. Nogaret es un servidor de confianza para Felipe. Y todo con la función de acuerpar el poder del Rey. “Se sugirió que Bonifacio era un hereje; los nobles pusieron sus sellos en una carta en la que, haciendo caso omiso del Papa, detallaron ante el colegio de cardenales todos los cargos acumulados contra Bonifacio”. Acusar de herejía, es un pecado grave. Al comprobarse acción hereje del Papa, exige su destitución. Y hasta puede ser ejecutado.

    Pero esta situación causa reacción en el clero. El tildar como hereje al Santo Padre los lleva a pensar con más atención al respect

o. Por lo que exigen mayor análisis sobre su jerarca. Sin embargo, en Francia se les dice que si no actúan como se les indica, serían calificados como opositores al monarca. Ante ello, se origina un clima de temor en el clero. Por lo que hacen un llamado a la Santa Sede para solicitarles que suspendan el concilio. Ya que estiman que puede ser muy peligroso por los ataques que la monarquía francesa afronta las posiciones de Bonifacio en el poder papal.

    Con estas presión que la monarquía ejerce sobre el clero. Se intenta concretar la guerra. Se convoca a los nobles para convencerlos in

directamente contra el papado. Aprovechándose de la coyuntura política, social y económica del momento. Felipe hace lo imposible por enlodar la cancha de juego de Bonifacio. Por ello, Felipe intenta señalar como herejía la dinámica del Sumo Pontífice.

    En ese mismo año, esta vez en agosto. Trasciende que Bonifacio proyecta el acto de excomulgar a Felipe en Anagni. Es necesario entender que “El deseo de someter a todos a la autoridad real llevó a Felipe “el Hermoso” a entrar en conflicto con la Iglesia…”  Esto es motivo que Bonifacio como líder de la Iglesia, arroja un descontento que se traduce en excomunión hacia el Rey. Y es necesario comprender que la excomunión es sinónimo de peor castigo. Una persona que adquiera este adjetivo. Este apartado implica una restricción a los beneficios de un creyente. Es una expulsión en la relig

ión, imposibilitado a recibir la hostia. No gozar de los demás sacramentos, y también hacer matrimonio por conveniencia. Además, se le exenta de los sacramentos. Como el matrimonio. Y el matrimonio incorpora un acento de poder. Por tanto, Felipe, sin derecho a la unión de pareja. Se expone a declinar en su mando de la monarquía. El 

concepto de infierno se vincula con la excomunión. Porque carece de sacramentos que contribuyen a “la salvación”. En definitiva, esto Felipe lo adquiere como un método de Bonifacio para golpear en su poder.

    Para dar paso a una respuesta. Se relata que el 7 de septiembre de 1303, Nogaret y Sciarra Colonna toman por asalto Anagni y capturan al Papa, pero se ven obligados a huir. “Nogaret obtuvo del Rey amplios poderes; es decir: carta blanca para tratar y hacer cuanto fuese necesario. Partió para Italia llevando consigo esta arma, personalmente interesado en emplearla para destruir al Papa”.18 Esto sirve para que Bonifacio no logre asignarle la excomunión a Felipe. Hay una muestra de que se salva. La presencia de Nogaret y Sciarra aluden a la búsqueda de esa bula que consigna la excomunión de Felipe. Con el objetivo de impedirse la comunicación oficial que inhabilita al monarca en los usos de varios derechos en la Iglesia.

    Reiterándose sobre el débil intento de excomunión en Felipe. En efecto, es favorable para Felipe. En caso de concretarse una excomunión, se sometería a un irreconocible como humano. Eso porque pierde todos los derechos, no solo religiosos, sino legales. En medio de esta situación, se provoca la interrogante de por qué luego de la fuga de ellos. El Pontífice no realiza otra acta de excomunión. Se podría dar hipótesis de que Bonifacio queda muy mal posicionado por dicho secuestro. O, porque posee el miedo de hacerlo. La presión de la monarquía siempre prevalece.

    Por consiguiente, prácticamente un mes después, el 13 de octubre de 1303 muere Bonifacio VIII. Parece que se coloca un punto final a esta batalla de la Iglesia y el Estado. Sin embargo, quedan las huellas de este lapso de lucha por estas instituciones que elevan su tono de poder. Y una muestra de ello se expone el 27 de abril de 1311. Cuando Clemente V, el siguiente Papa. Aplaude las intenciones de Felipe en su lucha con su antecesor Bonifacio. Ordena que se anulen el total de las bulas ofensivas al Rey que se emiten por Bonifacio. “Con el nombre de Clemente V, se reconcilió con la Iglesia” 19 Después de noviembre de 1303. Al papado, ni a la Iglesia como institución de la sociedad, no le es sirve tener une enemistad con Francia. Un país con grandes tierras y cultivos. Un país rico. Los reyes son influyentes. Francia es un ejemplo a seguir. Su peso político y cultural la convierte en poderosa. El Vaticano siempre haya estar en bien con todos los países. Este bien que se configure económicamente.

“Bonifacio no era el hombre para guiar a Europa por el camino de la paz o para unir a la cristiandad en una Guerra Santa; pero en sus esfuerzos por lograrlo estaban sostenido por fuerzas mucho más grandes y más puras que su propia voluntad imperiosa”.

    Aunque ya no se encuentra Bonifacio, queda ese clima de lucha, lesiones. Clemente V representa esa “cura” por eliminar los daños de la Iglesia con el Estado de Felipe en Francia. Carga con la obligación de limar las perezas. No obstante, para Clemente es complicado actuar con esa actitud contradictoria para Bonifacio. Lo que hace es “bajar la cabeza” para desautorizar públicamente, ante el pueblo, las acciones acometidas por Benedicto Gaetani, conocido como Bonifacio VIII en el escenario de la Iglesia.  Todo esto podría indicar un poder de igualdad en los espacios de Iglesia y Estado.

    Otro factor que sirve de choque, es cada vez que se externalizan los discursos que protagonizan el poder. Como en este caso: “Por eso deseaba extender su autoridad a todos los sitios: en el dominio, en los grandes feudos, entre sus vasallos últimos, en las ciudades, hasta más allá…” De alguna manera el manifiesto de poder en toda dimensión de la sociedad, es un deseo por manipular de los espacios con la función de controlar sobre los pueblos. Como lo es el Estado. Se evidencia la actitud que Felipe proyecta. Enfatiza en su ideología monárquica. Se encuentra un centralismo por ocupar las potestades en la sociedad. En consecuencia, al toparse con otro bloque que defiende su papel de poderío en la Iglesia. Se agrava el nivel de conflicto, porque todos desean dominar, todos desean tener la facultad de presidir hasta en los sectores más pequeños de cualquier país, pueblo.

    De manera concreta, Bonifacio puntualiza en la expresión y práctica de un dominio del mundo. “Quiso imponer el “Dominium in Mundi” de lo espiritual frente a lo temporal y la defensa de la inmunidad eclesiástica frente al poder temporal”. La iglesia ocupa un espacio significativo en un pueblo. Es capaz de conllevar esa dimensión en todo el mundo. La Iglesia como Gobierno eclesiástico, quien debe ostentar el dominio de poder; fue, es y será. Es atemporal. Se presenta como indiferente al tiempo. Eso justifica la contraposición con lo temporal del Estado. Eso es el preciso argumento. Es la Iglesia de la humanidad. Por tanto, puede ingerir en cualquier humano. La Iglesia no depende del tiempo.

    Para lograr una ágil comprensión de los conflictos entre Felipe “El Hermoso” como Estado, y Bonifacio VIII como la Iglesia. Es necesario tener la idea de que existe un objetivo de controlar la población. “En consecuencia, el rechazo o aceptación (y el grado de uno u otra) de una religión, su interpretación selectiva, su difusión (masiva o sectorial, lenta o rápida) y sus expresiones a nivel práctico variarán significativamente de una clase social…”  

    Lo anterior, es un contexto que se aplica en ese conflicto. La Iglesia Católica intenta acoplarse con todos los países, especialmente con los más ricos. La Iglesia se esfuerza por percibir la amistad con los puntos que se especializan en poder. Bonifacio siempre se orienta por un discurso de moral, hacia una visión de poderío. El triunfo total que fortifica la institución. Un Bonifacio urgido de total comunicación. Se manifiesta con respuestas consecuentes cuando lo ve necesario, y cuando ve que su grupo, el cual lidera, corre el riesgo de ser desvalorado por un grupo significante como lo es la monarquía de Felipe IV en un país eminente en la riqueza.

    Por lo mencionado anteriormente, se evidencia durante el recorrido de los sucesos, que Felipe El Hermoso tuvo enfrentamientos con Bonifacio VIII. Estas batallas iban entrelazadas, cada vez el tono enérgico aumentaba. Cada figura defendiendo su posición según el escenario de Estado e Iglesia. No obstante, una expresión que permite apreciar, y que encierra la lucha de estos bandos. Todo por el control de poder, y la explotación de la riqueza. “La religión puede utilizarse como legitimación a un nivel más o menos retórico, pero ya no se puede hacer de ella el fundamento de la unidad social: ha dejado de ser sobre-determinante”. Haciéndose lectura sobre las luchas producidas entre Bonifacio y Felipe. De este modo se legitima el que Felipe fuera el único que recibiera el poder. Dios le da a un antecesor de Felipe el poder de gobernar por vía familiar. Él ya disfruta de ese poder, no necesita que la Iglesia se lo confirme. Se entiende, desde luego, que a Felipe no le cabía nada bien cada vez que la Iglesia se incurría en su dinámica. El monarca busca razones para de alguna forma pronunciarse con su poder conferido de familia. No necesita a la Iglesia como institución, para concretar esa exclusividad de poder.

    El Rey Felipe está en contra del Papa, de la cabeza de la Iglesia. Se opone a que el Sumo Pontífice reconozca su capacidad de gobernar. Bonifacio VIII expone una conducta de “joder” a Felipe como Rey.  El cual busca razones para decir que el Estado francés es independiente de la Iglesia. En el otro lado, Bonifacio busca manifestar que el Estado laico francés puede gobernar gracias a que cuenta “su bendición”. La gobernabilidad de Felipe IV puede ser ejecutada con el “permiso de la Iglesia”.

    La táctica que usa la Iglesia en la edad media es un miedo físico y espiritual. Por ello, el mayor pecado es excomulgar. Bajar de condición humana a animal. Donde la persona no se le respeta sus derechos. Con esto se basa Bonifacio para extirpar a Felipe. Mientras que el Rey se orienta de la acusación de herejía a la máxima autoridad de la Iglesia. Si se le comprueba de ello, puede hasta perder la vida. Con estas prácticas, el Papa como el Rey se defienden. El acento de esta problemática es posesionarse de control. Los ataques lanzadas desde sus posiciones, representan el juego de “yo tengo poder y usted no, por tanto, yo tomo mis propias decisiones”.

    Otro elemento que refleja la constante intención de poder, es el señalar al papa como un ser superior. Solamente puede ser juzgado por la ley divina. Por ejemplo, esto puede ser válido si el papa estrangula alguien, pues no debe ser señalado”.  Entonces, se encuentra que la acción de Felipe es defender el poder de la monarquía. El Papa mantiene una conducta de afirmar su poder.   

*Lic. Brayham Madrigal Calvo. Profesor de Estudios Sociales y Educación Cívica egresado de la Universidad Nacional de Costa Rica. Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

   

Bibliografía

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