Por MSc. Damaris Leiton*
Llegó el momento, todo quedó listo la noche anterior, el frío caló los huesos, el sueño sujetó los parpados, la luz era lo último que querían ver, pero el júbilo pudo más y de un salto me puse de pié y empecé mi rutina,. Como cada fin de semana, se preparaban para ir a la Feria del Agricultor.
Mi familia lleva en esto toda la vida, cuenta mi padre que desde chiquillo el abuelo lo llevaba al campo y enseñaba el oficio del cultivo de papas, más o menos entre un 30% a un 50% de los costos de producción radican en la semilla de papa, este tubérculo necesita una temperatura entre 18º y 22º, y Palmira, (un pintoresco pueblo de Zarcero, con apenas 2000 habitantes unidas por parentesco y actividades económicas), reúne las condiciones necesarias, y convierten este poblado en un excelente productor, con altos estándares de calidad.
Se da una producción de dos cosechas anuales y se estima entre 20 y 30 toneladas por hectáreas, este cultivo es muy susceptible a diversas plagas por lo que hay que invertir en su control, muchas veces observé a mi padre con su cara de preocupación, los gastos superaban las ganancias, y si a esto se le unía las condiciones climatológicas adversas, la pérdida era evidente.
“Saben, la agricultura es pura suerte, una cosecha puede que se alineen los astros y tengamos ganancias extras, mientras que en otras, solo pérdidas”
La actividad económica que prevalece en Palmira es fundamentalmente agropecuaria, con el cultivo y la comercialización de papas, cebollas y zanahorias, repollo, lechuga, etc, y la ganadería de leche, actividad más lucrativa ya que la venta está asegurada a la empresa de la Cooperativa Dos Pinos, principal compradora del producto lácteo. Por lo general se ven los jardines de las casas cultivados con hortalizas, lo que indica que a nivel nacional esta es una zona productora, sin embargo hay familias que no dependen de esta actividad y necesitan comprar estos productos.
Por los múltiples problemas que han pasado los pequeños y medianos agricultores, que para nadie es un secreto, nace en 1984 el concepto de Feria del Agricultor, fue una iniciativa del gobierno costarricense, bajo el Partido de Liberación Nacional y de su presidente en ese entonces Luis Alberto Monge, con su discurso político, “Volvamos a la Tierra.”
El concepto de una feria del agricultor es un mercado minorista para uso exclusivo de pequeños y medianos productores, en forma individual u organizada, de los sectores de la producción agropecuaria, pesquera, avícola y pequeña industria, más tarde se une el campo de la artesanía, en donde venden directamente sus productos al consumidor.
A cambio, los compradores reciben productos frescos, de buena calidad y a precios más bajos, pues no existen intermediarios en el proceso de venta, por eso su lema es “Yo lo produzco, yo lo vendo”. A nivel nacional existen más de 70 ferias del agricultor en todo el país, con diversos horarios según su ubicación geográfica. La diversificación en la actualidad ha alcanzado venta de ropa, comidas preparadas, animales y plantas,entre otros.
Sin embargo, todavía el campesino agricultor costarricense no cuenta con una estabilidad económica, el gobierno no aporta políticas claras, concretas permanentes y efectivas que ayuden al pequeño y mediano agricultor, pilar fundamental de la sociedad costarricense.
Sumado a lo anterior, en este mes debido a duro impacto de la tormenta Nate, miles de campesinos y productores se vieron muy afectados, lo ha sido un signo evidente de la importancia y valor del trabajo que realizan estas personas, lo cual muchas veces pasa desapercibido. Estos lamentables eventos demuesran la importancia de apoyar la producción nacional, pero no solo para salir delante de esta crisis vivida, sino como parte del proyecto país a través de medidas de mediano y largo plazo.
*MSc. Damaris Leiton. Profesora de la Cátedra de Historia de la UNED. Correo electrónico: