Emblemas blanco

 H I S T O R I A  Y  S O C I E D A D
Boletín electrónico

 

Ficha técnica

Dirección: Tod Browning.

Guion: Garrett Fort.

Música: Philip Glass.

Fotografía: Karl Freund.

Montaje: Milton Carruth.

País: Estados Unidos.

Año: 1931.

Duración: 75 minutos.

 

Por Mag. Warner *

     Bram Stoker nació en Dublín, Irlanda, en 1847. A finales del siglo XIX, en plena época victoriana, publicó su novela más famosa, "Drácula". El personaje principal del relato es un noble húngaro que sufre de vampirismo y se traslada a Londres para ejercer su maldad. Más allá del relato terrorífico que estaba de moda en Inglaterra, la novela nos da pistas sobre cómo la sociedad inglesa percibía a los extranjeros. Los consideraban como personas misteriosas, inclinadas hacia la maldad, llenas de leyendas y relatos fantásticos. Sin embargo, hay algo más macabro detrás de todo esto. Ha sido común culpar a los extranjeros de los problemas y contradicciones que se viven en la sociedad, como una forma de evadir la responsabilidad y liberar la culpa. Puedo citar varios ejemplos: los Pueblos del Mar en el antiguo Egipto, los mongoles en China, los gitanos en España durante la Edad Moderna, los judíos en Europa Occidental durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, los italianos en Nueva York durante los siglos XIX y XX, los nicaragüenses en Costa Rica o los mexicanos en Estados Unidos en los últimos tiempos.

     En 1931, en plena depresión económica, cuando los índices socioeconómicos estaban en sus peores momentos, se estrenó en Estados Unidos una película titulada "Drácula". La trama es sencilla, se entiende que relata acontecimientos similares a los descritos en la novela de Bram Stoker. Un abogado visita el castillo del conde Drácula en Transilvania; a pesar de las advertencias de los lugareños, hace negocios con él y viajan a Londres, donde el conde inicia ataques furtivos contra varias doncellas. Cuando se descubre que Drácula es un vampiro, lo siguen hasta su escondite y le clavan una estaca en el pecho.

     La película resultó aterradora no solo en su época, sino también en la actualidad, a pesar de haber sido rodada en blanco y negro. La actuación del actor belga Béla Lugosi como Drácula es muy expresionista y está en sintonía con el tono de la película. La fotografía de la película se destacó por el uso intensivo y contrastado de las luces y sombras, lo cual contribuyó a crear una atmósfera escalofriante y envolvente para los espectadores. Este juego de luces, rudimentario pero efectivo, fue fundamental para acentuar el toque terrorífico y sobrenatural del actor. Este mismo claroscuro gótico se utilizó en varias películas posteriores del mismo género. Debido a las limitaciones técnicas de la época, los efectos especiales no son convincentes, pero funcionaron en su momento. Los cineastas de esos años se esforzaban más por transmitir el terror mediante la narrativa y la expresividad de los actores. La música era otro recurso crucial para inquietar al espectador y generar el halo de misterio, aunque no fue significativamente sobresaliente. La escenografía era más apropiada para una obra de teatro, y aunque algunas escenas se rodaron en exteriores, la ambientación pasaba a un segundo plano. Finalmente, el vestuario, sin destacar, estaba en línea con la moda de las décadas de 1920 y 1930, salvo el traje de Drácula, que estaba fuertemente estereotipado.

     La película también generó polémica en su época, ya que se tuvieron que censurar muchas escenas sangrientas para poder ser exhibida en Estados Unidos, donde el conservadurismo puritano estaba en su punto más alto. También se pueden notar varios matices que invitan a pensar en el uso de la xenofobia como gancho cinematográfico, es decir, aprovechar estereotipos que la sociedad tiene sobre los migrantes para incitar el morbo y aumentar la recaudación. No sabemos si esto era intencional o una simple manifestación espontánea de una cultura racista. Lo cierto es que, en esa época, muchos europeos orientales habían migrado hacia Estados Unidos en busca del "sueño americano", y muchas veces sus costumbres y manifestaciones culturales eran recibidas con recelo. También, muchos europeos occidentales, principalmente italianos y alemanes, habían emigrado a Estados Unidos huyendo de gobiernos totalitarios y fascistas. La sociedad estadounidense también se sentía amenazada por la competencia laboral que representaban estos hombres de tez pálida y cabello oscuro en tiempos de crisis.

     En términos generales, debemos recordar que el cine es un instrumento de poder que ha sido utilizado para imponer ideologías y valores culturales convenientes para las clases dominantes. A lo largo de la historia del cine en Estados Unidos, el uso de villanos extranjeros se ha vuelto un verdadero lugar común, lo cual hemos visto con húngaros, italianos, mexicanos, rusos, cubanos, negros y musulmanes. La xenofobia y el fundamentalismo religioso son una fuente real de sufrimiento humano, y no deberían promoverse estereotipos en el cine. Podemos ver el daño que han causado en el Levante Mediterráneo, como el Estado de Israel se ha apropiado de territorios que no le pertenecen basándose en creencias religiosas, o cómo los grupos terroristas palestinos han cometido atrocidades contra la población civil.