MSc. Ronald Eduardo Díaz Bolaños*
Desde inicios del presente año, el mundo presenció noticas sobre una enfermedad misteriosa que tuvo origen en la ciudad china de Wuhan, una enfermedad que ataca las vías respiratorias, provocada por una nueva forma de coronavirus. Esta nueva enfermedad, el COVID-19, pronto se propagó al resto de China y a varios países asiáticos, poniendo en alerta a los servicios de salud de dichos países. Semanas más tarde comenzó a propagarse por la América Anglosajona, el Medio Oriente, Europa, Oceanía, América Latina y África, lo que ha generado una crisis sanitaria y un severo impacto económico a nivel global.
No obstante, las pandemias y epidemias han estado presente en la historia de la humanidad, por ejemplo, la Peste Negra que se propagó por Asia y Europa en el siglo XIV que tuvo una profunda huella en la cultura europea de las postrimerías del período medieval, así como la epidemia de influenza que enfermó a millones de seres humanos en todo el planeta entre las décadas de 1910 y 1920, conocida como la “gripe española”, en coincidencia con la finalización de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y en años más recientes, la difusión del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y la influenza H1N1, llamada también “gripe porcina”, por citar algunas de las pandemias que ha experimentado la humanidad.
Costa Rica no ha sido la excepción, ya que es recordado el fuerte impacto que tuvo la difusión del cólera en el contexto de la Campaña Nacional de 1856-1857. Menos conocido ha sido el impacto de la “gripe española” en el país, aunque en un artículo reciente de Ana María Botey, se afirma que esta no adquirió la gravedad que tuvo lugar en otros países de América Latina “debido a las rápidas acciones del gobierno provisional [de Francisco Aguilar Barquero] y del Consejo Superior de Salubridad, la contratación de personal de salud y la entrega de alimentos, desinfectantes, ropas y abrigos entre la población (2017: 106).
Varios costarricenses también recuerdan la epidemia de poliomelitis por la que atravesó el país en la década de 1950, casi un siglo después de la experimentada por la peste del cólera (que se volvió a presentar en Costa Rica durante el decenio de 1990 como consecuencia de un brote epidémico iniciado en América del Sur). De acuerdo con Gioconda Vargas y Elizarda Vargas, esta epidemia, que tuvo su pico en el año 1954 con 1081 casos: “saturó las salas del Hospital San Juan de Dios, puso a correr a personal de medicina y de investigación, a gobiernos, familias, docentes y, en general, a toda la población. Asociado a la enfermedad se desarrolló también un sentimiento de temor que provocó en la gente la inasistencia a lugares públicos, aislamiento y angustia por el contagio” (2015: 94). Un escenario similar a lo que hoy día acontece con el coronavirus como se ha podido informar a través de los múltiples medios de comunicación con los que hoy día contamos...
Esta enfermedad se origina a partir de un virus que puede causar una parálisis en unas cuantas horas, ingresa al cuerpo humano por medio de la boca y se aloja en el intestino provocando rigidez en el cuello, así como dolores en los hombros, además de otros síntomas como cansancio, dolor de cabeza, fiebre y vómitos. Esto provocó alarma en la sociedad costarricense, por la propagación del virus de la polio en numerosos hogares y las constantes noticias que circulaban en los medios de prensa, eso llevó a reforzar medidas de higiene entre la población infantil, tanto en los centros educativos como en las viviendas, ante el temor generalizado en esa época.
Es notable también la solidaridad que se brindó de parte de algunos sectores de la sociedad, que experimentó la organización de grupos para recaudar contribuciones y difundir información para evitar la propagación de la polio, así como los anuncios y programas radiofónicos que escuchaba la población con el fin de tomar medidas para proteger a la niñez, lo que llevó también a la prohibición de la permanencia de infantes en espacios públicos concurridos. Vale destacar también la campaña realizada por el Dr. Carlos Sáenz Herrera (1910-1980), tanto en los medios escritos como en los radiales, para recaudar fondos para el combate de la poliomielitis. En su honor, el Hospital Nacional de Niños, fundado en 1964, lleva su nombre.
Para el combate de la enfermedad, el gobierno costarricense adquirió las vacunas producidas por el virólogo estadounidense Jonas Edward Salk (1914-1995), dada a conocer en 1955, con el fin de inmunizar a la población infantil mediante su aplicación por medio de inyecciones, a partir de 1956. A inicios de la década de 1960, con el éxito alcanzado por la vacuna desarrollada por el virólogo estadounidense Albert Bruce Sabin (1906-1993), administrada por vía oral, el país incorporó también dicha vacuna y por las sucesivas campañas de vacunación fue posible erradicar la enfermedad en 1973, año en que se registró el último caso en Costa Rica.
Como apuntan las autoras Vargas Morúa (2015: 101): “La peste de la poliomielitis nos enseñó lo grande que puede llegar a ser un pueblo cuando se unen esfuerzos en procura de conseguir el bien común.” Al igual que sucedió hace más de medio siglo, el pueblo costarricense puede unirse también para vencer a otro enemigo invisible, que nos amenaza de la misma forma que al resto del planeta, que aguarda la esperanza que estén listas las vacunas para el combate del coronavirus. Mientras este esfuerzo científico se desarrolla, toca a cada costarricense –y a cada ser humano- atender las recomendaciones de las autoridades competentes para reducir los riesgos de contagio, tomando una actitud positiva ante la incertidumbre que se vive en estos días, en el que numerosos creyentes claman al cielo para que se detenga esta pandemia que ha adquirido una dimensión global.
*MSc. Ronald Eduardo Díaz Bolaños. Profesor de la Cátedra de Historia de la UNED. Correo electrónico:
Bibliografía
BBC News Mundo (2020, 12 marzo). Coronavirus: las pandemias que pusieron al mundo en alerta en la historia reciente (y cómo se afrontaron). Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-51843449.
Botey, A. M. (2017). La tardía epidemia de influenza o gripe ‘española’ y sus desenlaces en Costa Rica (1918-1920). Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos, Nueva época, 6, 77-109.
Martínez, L. (2019). La muerte negra. Recuperado de https://www.seipweb.es/wp-content/uploads/2019/01/La_Peste_Leticia_Martinez.pdf.
Mata, L. (1992). El cólera, historia, prevención y control. San José: EUNED - EUCR.
Nota histórica (2018). Revista chilena de infectología 35(4), 436-444. DOI: https://dx.doi.org/10.4067/s0716-10182018000400436.
Vargas-Morúa, G. y Vargas-Morúa, E. (2015). Crisis de la poliomielitis en Costa Rica: Logros y polioenseñanzas para hoy. Revista Electrónica Educare 19(2), 93-103. DOI: http://dx.doi.org/10.15359/ree.19-2.6.