En este mes deseamos compartir un artículo del profesor jubilado MAEd. Manuel Vargas hace unos años atrás, pero que vale la pena releer y reflexionar, en especial al calor de los tiempos actuales y los contextos educativos tan complejos que se viven hoy en el país.
Durante el acto de graduación de los estudiantes de undécimo año de mi colegio realizado el año anterior en el Colegio de Coronado, tuve la oportunidad de reflexionar algunas ideas, las cuales deseo compartir con ustedes. De acuerdo con Marcelo Colussi (2015), “la vida cotidiana, en todo tiempo y lugar no es fácil. Al contrario: sobran los problemas. Ante esa dureza de la realidad los seres humanos necesitamos de antídotos que la tornen más llevadera.” Ya cada uno sabrá cuál elige.
Lo cierto es que del mes de octubre hasta el día de hoy, se ha hecho más patente dentro del conjunto del personal la necesidad de ordenar la casa, de redireccionar nuestras actuaciones en función de darle una nueva formalidad a la vida institucional. Desde ahí se ha desatado una vorágine que permitió en breve la aprobación de una normativa interna, por parte del consejo de profesores, y que en el acto de matrícula se presume analizada y discutida por padres de familia y estudiantes, quienes firman un compromiso de acatarla. Sin embargo, aún antes de ese acto se inició con su aplicación.
Puede apreciarse hoy que nos faltan compañeros, un día trascendente en el que los estudiantes de undécimo año luego de años de esfuerzo dicen adiós, nos vemos. No están todos y no estamos acostumbrados a verlo así. Se comparte la preocupación de ordenar la casa, una normativa interna es importante, pero lo es más anclada a la discusión y puesta en práctica sobre la naturaleza de la relación pedagógica y hebegógica que debe acompañarla, y no sobre la base de una renovación de carácter punitivo decimonónico.
No se duda que quienes hoy han ganado bachillerato pusieron alma corazón y vida en ese empeño, pero poder celebrar ese hecho no debe hacerse sobre la exclusión de los otros. No se debe olvidar que las pruebas de bachillerato que hoy precisamente despedimos fueron concebidas también con un carácter punitivo y filtrante respecto al acceso a la educación superior y como herramienta de valoración para la calidad del trabajo docente. Es importante reflexionar sobre esto, porque a la larga las imposiciones verticales han hecho que unos sistemas sociales fracasen y que otros tampoco triunfen por viejos o nuevos que sean.
Jóvenes, interesa llamar la atención sobre la sociedad en la que vivimos, seguimos argumentando sobre el fracaso del socialismo real, el soviético y si, el verticalismo, la imposición de una industrialización acelerada que descansó sobre el sacrificio del sector agrícola y que no logró a la postre superar al capitalismo en cuanto a cantidad y calidad de lo producido, lo hizo saltar en mil pedazos.
Es necesario insistir en que eso no significa el triunfo de las sociedades capitalistas, estas han demostrado producir con una calidad a plazo fijo, en cantidades inimaginables, muy eficientes. Esto incluye la generación de pobres, que con un cinismo descarado informan cuantos son, el día de ayer en la edición matutina de Repretel se dice que 150 nuevas personas dormirán en la calle, de igual forma la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el pasado jueves 28 de noviembre de 2019, en su informe “destacó que la pobreza, que en 2018 abarcaba a 185 millones de personas, este año crecerá hasta las 191 millones, reflejando un ascenso preocupante del 0,7 %. A su vez, de ese total, unos 72 millones de individuos pertenecen a la pobreza extrema.” (La Revista, 28 nov. 2019)
Nuestra sociedad está dentro de este contexto y es necesario que reflexionemos y actuemos sobre ese escenario. Los jóvenes se han estado formando en el contexto de una ciudadanía ayuna de identidad y de compromiso social. Una ciudadanía que cumple con los dictados del mercado y que responde a la necesidad del mercado. (Brenner, 2018). Una ciudadanía que rompe con las relaciones cara a cara, para establecer relaciones virtuales. Una ciudadanía que se alimenta y comparte noticias falsas, primordialmente venidas de las redes sociales. Esto se ve reforzado por las tendencias de incorporación de las Tics en los distintos ámbitos de la vida cotidiana.
Jóvenes, ustedes aspiran a otros espacios de formación y profesionalización, es imperativo que se demande una formación que parta del derrotero de que la inversión en la formación humana y del conocimiento son un bien público y de masivo acceso, como posibilidad de romper con la dependencia que se tiene de lo que producen otros. (Mora Ramírez, 2015)
Una formación que permita resolver la contradicción entre la escuela tradicional y educación nueva. Resolver el problema entre el docente como centro o el alumno como centro. Se debe enfatizar más en la relación educativa y explorar todas las vías posibles para democratizarla y que ello implique además devolver la confianza al docente sobre los saberes que posee.
Esto supone desarrollar una enorme capacidad para resistir, trabajar con elementos que puedan rescatar la identidad, desde lo local, regional, nacional, que permitan la apropiación del sentido histórico de la identidad, sin perder de vista que se trata de recuperar la capacidad que se debe desarrollar para verse y sentirse en el otro, en nuestro semejante.
De esta forma se puede incidir sobre la vida cotidiana (Villacreses, 2013), haciendo esfuerzos por romper con la uniformidad, con el individualismo propios de una cultura de vida material, es superar el tener para darle preeminencia al ser. Es necesario incorporar elementos que nos alejen de un modo de vida liviano, sin compromisos. Esto supone abrir las discusiones sobre las necesidades que se deben resolver para aspirar a una vida digna.
El reto para ustedes y nosotros es que encontremos los caminos para recuperar la dignidad del ser humano, “apelando a la participación popular como un camino importante, tal vez de la más vital importancia para la construcción de un mundo distinto.” (Colussi, 2015)
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
*MAEd. Manuel Vargas. Profesor jubilado de la Cátedra de Historia de la UNED. Correo electrónico: