Escrito por Máster Ronald Obaldía González*
Israel lanzó su ofensiva militar después que milicianos islámicos del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), incluido en la lista de organizaciones terroristas de varias naciones, entre ellos Alemania, Estados Unidos, Francia ingresara al sur del territorio de Israel el 7 de octubre de 2023 y asesinara brutalmente a casi 1.200 personas, en su mayoría civiles, y secuestrara a unas 240 personas: la mayor masacre de judíos desde el Holocausto.
Ello significó más allá que una agresión terrorista: implicó un paso en cuanto a poner en peligro la existencia y la seguridad del Estado,la prosperidad y la cultura judías, este entonces obligado "a demostrar determinación estratégica" en su autodefensa.
A decir de Joe Biden, el Presidente de Estados Unidos de América (EEUU), también la población civil palestina de la Franja de Gaza está sufriendo demasiado. Es lamentable la pérdida de vidas inocentes como el mundo entero”. Mientras tanto, parece que sigue sin esbozarse un plan concreto para un escenario postconflicto en el enclave palestino (Andrea Polidura), previo al alto el fuego.
Indebidamente, fueron omitidas las responsabilidades de la atención de las consecuencias humanitarias, las muertes, los desplazamientos y las hambrunas, entre otras tragedias, lo que continúa empeorando, a causa de la ofensiva terrestre y los ataques aéreos, ampliados del ejército israelí en Rafah, una ciudad densamente poblada, sometida a
intensos bombardeos y nuevos combates (Deutsche Welle - DW -, 21/05/2024 -. ONU, Martin Griffiths).
Esa población, cuya función consiste en servir de escudos humanos a los milicianos de Hamás, una táctica referida a proteger objetivos militares de los ataques de su enemigo, los que elevan las cifras de víctimas. Se almacenan armas en infraestructura civil, se lanzan cohetes desde zonas residenciales, hospitales, escuelas, por lo que se obliga a los residentes a ignorar las advertencias israelíes de evacuación.
Las fuerzas armadas sostienen que la ofensiva en la ciudad de Rafaf de la devastada Gaza es clave, para "aniquilar" los últimos batallones de Hamás tras los ataques del 7 de octubre; de seguido lograr la liberación de los rehenes. La organización islámica ha quedado extremadamente golpeada, la desalojarán del poder. Es de suponer que tiene sus días contados, por eso insiste, infructuosamente, en las negociaciones indirectas con Washington, Catar y Egipto, con tal de poner fin a la guerra.
Lo antes dicho posee trabazón con el poder del Primer Ministro israelí. Él depende en gran medida del apoyo de los
ultranacionalistas, la ultraderecha y los ultraortodoxos, quienes se oponen a la ayuda humanitaria, dirigida a la gente del enclave, teniendo en cuenta el alto el fuego. De paso planean y ejecutan la expulsión de los palestinos de Cisjordania (Tom Batema) y hasta ocuparían Gaza de nuevo, tras la eliminación de las desgastadas milicias islámicas - sunitas.
Cuya salida a corto plazo consistirá "en heredar una insurgencia, ya que quedarán miles militantes armados". Se augura anarquía, un vacío lleno de caos, que los fundamentalistas islámicos probablemente intentarán llenar otra vez (MJ Lee, Kylie Atwood), bajo la lupa y la contención militar israelí.
Incluso, hay fuertes indicios alrededor de Hamas, que tras su derrota militar en Gaza, se disponga a llevar a cabo operaciones terroristas y cibernéticas, contra intereses judíos y occidentales desde Turquía o dentro de esa nación, gobernada por Tayyip Erdogan, un conservador musulmán sunita, anti-israelí.
Los de Hamás comenzaron a saltar hacia Jordania, en donde se han aliado con la célula sunita de la Hermandad de los Musulmanes, a fin de tramar actos desestabilizadores contra el régimen monárquico Hachemita, quien mantiene vínculos diplomáticos con la nación judía. Al extremo que en abril de este año sus fuerzas armadas repelieron dentro de su territorio los drones, cohetes y demás dispositivos expulsados por Irán contra el territorio hebreo.
SEÑALES DE GRIETAS.
Washington otorgó a Israel 3.800 millones de dólares en asistencia militar al año. A eso el Congreso añadió recientemente otros 17.000 millones de dólares en armas y sistemas de defensa. "El aliado incondicional" en el Medio Oriente es, acumulativamente, el mayor receptor del mundo de ayuda letal estadounidense (Tom Bateman. En: BBC News).
El Presidente Joe Biden se opone a una operación militar a gran escala en Rafaf: el extremo sur de Gaza fronterizo con Egipto (EFE), país aliado al que le causaría un caos. "Socavaría fundamentalmente cualquier posibilidad de liberar a los rehenes". El mandatario estadounidense sigue instando al gobierno israelí a ser "más discriminatorio, más selectivo (y) más preciso" en sus operaciones en Gaza (Nikki Carvajal y Haley Talbot, de CNN), en particular en Rafaf, considerada por Israel, como el bastión de los últimos batallones del movimiento miliciano islamista, quien, respaldado por el régimen teocrático de Irán, gobierna ese territorio Desde 2007. Y ya citamos que en la guerra "utiliza a civiles como
escudos”.
La resistencia de la Casa Blanca a una ofensiva de tal calibre se diferencia del punto de vista de los líderes del Partido Republicano, pro-judíos al extremo, los que manifiestan que cualquier intento de detener el asalto al paso fronterizo de Rafah, resulta en beneficio de Hamas (Tom Bateman). Lo que arrastra rechazos al Presidente Joe Biden, quien se niega a proporcionar armas adicionales, superiormente destructivas - "la base de la alianza" - a su colega judío en caso de una recrudecida ofensiva en la Franja (Bateman, idem).
Con todo, continuará suministrando material defensivo para el sistema antimisiles Cúpula de Hierro, en línea con su compromiso con la defensa de su privilegiado aliado (DW 09/05/2024). En cambio, esa negativa de la Casa Blanca se aparta de los operativos de los israelíes contra Hezbolá, el partido-milicia chií libanés, aliado terrorista de Hamás, proxy de Irán, quien desde el Líbano lanza proyectiles, misiles, drones, conformando un segundo frente de discordia.
A pesar de su rechazo a la invasión de la ciudad de Rafaf en eldestruido enclave de Gaza, seguido de las frustrantes negociaciones o llamados del alto el fuego, el respaldo incondicional del estadounidense Biden al Estado judío le ha restado fuerza a sus aspiraciones por la reelección presidencial.
Intentando atenuar las consecuencias del respaldo como tal, ha demandado, infructuosamente, al Primer Ministro Benjamin Netanyahu sumarse a la tesis de la solución de dos Estados, "con la creación del Estado palestino", y Jerusalén este como capital”. En medio de un entorno en el que algunos Estados procederán al reconocimiento de Palestina como Estado, sin tomarse en cuenta “la prioridad” de la liberación de los (martirizados) rehenes israelíes en manos de los terroristas, así como el inicio del alto el fuego (SILVIA AYUSO).
Dentro del entramado, los Republicanos y Demócratas se unen en EEUU contra la orden de la Corte Penal, relacionada con la detención a Netanyahu y otros miembros del Gobierno israelí por los impactos de la guerra en Gaza, lo cual llega a ser a Biden una presión menos. Él y su Secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken suelen percibir que la operación israelí en Rafá puede ser insostenible y estaría lejos de acabar completamente con los miles de milicianos de Hamás (Europa Press). Habría un coste potencial increíblemente alto para los civiles.
Hay quienes estiman que en su lugar se ensanchará la vía del aislamiento de la nación, al lado del descrédito diplomático. Imperdonable. Es inadmisible que una nación democrática – liberal incurriera en violación a las obligaciones internacionales El secretario de Estado de EEUU, Blinken, también verificó el reciente informe de su Departamento que apunta a que "resulta razonable pensar que Israel ha efectuado actos inconsistentes bajo el derecho Internacional": una observación inapropiada en el tiempo que las Cortes internacionales tienen en la mira a las fuerzas armadas judías.
El contexto internacional, particularmente influenciado pronto por el desenlace de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América, podría alterar las proyecciones alrededor de los antagonismos tanto en el Medio Oriente como en Ucrania y Taiwán. Podrían originarse comportamientos diferentes en la geopolítica, dadas las posibilidades de Donald Trump de alcanzar otra vez la presidencia, quien arropa un enfoque cercano con Vladimir Putin en torno a la guerra de Ucrania; el punto de vista cuestionante de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), o de la cooperación militar con Europa; a la vez proclive a la nación hebrea, lo que acarreará la férrea enemistad con Irán.
Los vínculos de la posible segunda administración de Trump con (la expansionista) China serán una incógnita, pues el endurecimiento del gobierno suyo, Biden lo reiteró, en relación con "el desacople parcial". Dista de estar claro qué rol asumiría el líder del Partido Republicano si habitara la Casa Blanca, porque Xi Jinping en su visión de construir un orden multilateral a nivel global, ajeno a EEUU, aspira a ejercer influencia en el Medio Oriente. Ya dio un paso en esa dirección, al acercar a su aliado Irán con su antagonista Arabia Saudita.
*Máster Ronald Obaldía González. Analista y colaborador del Boletín Electrónico Historia y Sociedad. Correo