Escrito por don Manuel Antonio Herrera Vigil*
No soy educador, pero me gusta leer. Ahora con tantos cambios, trato de explicar cómo de vivía desde 1950 en adelante...
Ayer viajé hasta Manchuila para acompañar a los familiares en la despedida del señor Rafael Guerra, uno de los descendientes de José Ángel Guerra y María de la Luz Caballero, oriundos de Cerro Colorado de Boquerón, pero que decidieron dejar este lugar, para ir hacia el oeste, en busca mejores tierras para trabajar.
Se instalaron en Alto Divalá, donde se dedicaron a sembrar arroz, maíz, frijoles, plátanos, guineos, caña de azúcar, cacao, café. Criaban gallinas, patos, ganado vacuno, caballar, porcino. Tenían trapiche para procesar la caña de azúcar y obtener las raspaduras de dulce, que se envolvía en hojas de bijao. Para transportar los ataos de dulce, como también se les conoce, se usaban dos zurrones de cuero de vaca, que se colocaban uno a cada lado de la enjalma, a caballo.
En ese tiempo no se había inventado el plástico, material que se ha utilizado para envasar buena parte de los productos. Ahora, el plástico se ha convertido en un dolor de cabeza para el mundo entero porque nosotros hemos adquirido la mala costumbre de tirarlo por todas partes. Con esto hemos trancado las alcantarillas de manera que con cualquier lluvia se inundan las calles y arrastran todos los desechos a las quebradas, ríos y terminan en el mar.
Los descendientes de José Ángel y María de la Luz se expandieron desde Alto Divalá hasta Manchuila, cuya población está dividida en dos, por el Tribunal Electoral. Una parte pertenece al Corregimiento de Santo Domingo y otra al de Santa Marta. Estos dos corregimientos forman parte del Distrito de Bugaba.
Entre las personas que acudieron a decir el último adiós, recuerdo a Julio Guerra, Dora Guerra, Domingo Guerra, Avelino Correa.