Escrito por Lic. Christian Montes Morales*
La obra de José Martí llamada Nuestra América es considerada como una de las reacciones casi inmediatas frente al colonialismo estadounidense. Para muchos científicos sociales, este ensayo significa una reivindicación de los pueblos latinoamericanos, en la adjudicación de una identidad cultural, política, social y racial propias. Asimismo, su autor se convierte en una figura clave en los rasgos propios identitarios latinoamericanos, dotando a su vez, del simbolismo de lucha contra el sistema hegemónico.
Este ensayo queda plasmado en un contexto sociopolítico determinado. Alude al rescate de una identidad cultural propia, para distinguirnos de la otra América que critica Martí: la anglosajona. Tal y como lo señaló Miguel Rojas, “Nuestra América es “la otra”, la mestiza. Aquella que Martí reivindica y levanta frente “a la de ellos”. Frente a la “América europea” o “América inglesa”. [1] Desde esta diferenciación que hizo Martí, empezó el llamado hacia la unidad y construcción de una conciencia de clase.
La obra de Martí, se caracterizó también por contener un relato acorde al contexto sociopolítico y convulso que vivía América Latina hacia finales del siglo XIX. Entre los escenarios principales, se encuentra el ascenso de Estados Unidos como potencia económica y militar. Para Martí, el imperialismo norteamericano representaba una amenaza; además, la necesidad de defender la soberanía y evitar se conquistados por la ambición estadounidense.
La lucha antiimperialista es la constante proclama del ensayo de José Martí. A su vez, se convierte en una de las mejores representaciones del contexto político de la época y la voz de los pueblos oprimidos. Los elementos literarios y sus letras poéticas subyacen perfectamente con la acción política y el deber que sentía Martí hacia la liberación de una Cuba que estaba a punto de ser socavada -o quizá lo estaba siendo ya- por la hegemonía política y cultural, del que llaman “el imperialismo yanqui”.
Por otro lado, existe también una paradoja consistente en la unión e integración de todos los países de América, llamado el Panamericanismo. Tal y como lo señaló Rojas, “el panamericanismo es el proyecto que van a desarrollar los Estados Unidos a partir de la declaración de Monroe en 1823: una América unida, pero bajo la hegemonía de los Estados Unidos.”[2] Esta perspectiva es la tónica con que se inicia un periodo de lucha ante el ascenso de los Estados Unidos como potencia mundial.
La geopolítica mundial de la época se vio enmarcada por los debilitamientos de los imperios coloniales; específicamente de España y Portugal. Las potencias emergentes -incluido Estados Unidos-, aspiraban a apoderarse de territorios, nuevos mercados y rutas comerciales. Con la llegada al poder del presidente Monroe, esta consigna tomó mucha más fuerza con un conjunto de leyes respecto a la política exterior estadounidense, la que se denomina “Doctrina Monroe”. A partir de entonces la proclama: “América, para los americanos,” tuvo mucho eco en el resto del continente y la posterior convulsión política y social vivida al sur de los Estados Unidos y con los países del caribe -especialmente Cuba-.
El sentimiento antinorteamericano tomó diferentes perspectivas y corrientes. La producción literaria -como los poemas de Rubén Darío-, fueron un claro ejemplo. Es importante destacar, como el papel de Simón Bolívar también sirvió como vehículo de apoyo e inspiración para las constantes proclamas anti gringas, y reivindicación nacionalista. Martí fue un claro ejemplo de la influencia que ejerció Bolívar.
Respecto al Panamericanismo, Rojas hizo una especial diferenciación entre el Panamerica y lo que quería Martí. Este recalca: “la idea de América de Martí es consecuencia, asimismo, de su visión del imperialismo usamericano y de cómo se enunciaba el panamericanismo.”[3] Vemos entonces, las diferentes manifestaciones entre la lucha de los pueblos bajo dominación, y lo que desea hacer Estados Unidos, con el mismo concepto.
Observando las diferentes coyunturas que ha vivido América a través de su historia, se concluye que el poderío económico establecido por una potencia fuertemente influyente, es la que nos gobierna hasta en la actualidad. La memoria histórica de los personajes que lucharon por una emancipación (visto de sus diferentes aristas -sea artísticas u organización social-), son de suma importancia para valorarlos y estudiarlos con detenimiento. De esta manera se llegarían a entender las dinámicas y contextos históricos que nos configuraron como sociedad. Los debates críticos-reflexivos y el análisis minucioso del papel de personajes como Darío, Martí, Bolívar y otros nos permitan recuperar esa memoria histórica y desarrollar alternativas acordes a la realidad presente.
*Lic. Christian Montes Morales. Profesor de Estudios Sociales. Egresado de la Licenciatura en Estudios Sociales y Educación Cívica de la Universidad Nacional de Costa Rica. Correo electrónico:
Fuentes consultadas
Martí, José. Nuestra América, 3ra edición. Barcelona: Biblioteca Ayacucho, 1974.
Rojas Mix, Miguel. Los cien nombres de América: eso que descubrió Colón. San José: EUCR, 1934.
[1] Miguel Rojas Mix. “Los cien nombres de América: eso que descubrió Colón”. San José: EUCR, 1934, p. 138.
[2] Rojas, p.117.
[3] Ibid, p. 147.