Escrito por Lic. David Blanco Hidalgo*
La cotidianidad en la que se encuentre la población estudiantil, siendo la deserción, rendimiento académico bajo, poco interés por las clases así como los problemas externos con lo que conviven estos, requiere de un reforzamiento de las habilidades blandas. Además, de la parte motivacional, las clases de Educación Cívica son espacio común para paliar estas problemáticas.
Iniciar las clases de cívica, con estrategias dinámicas que ayuden al trabajo activo dentro del aula como el enfrentar problemas cotidianos de los estudiantes, me ha generado resultados muy positivos. Por ejemplo, iniciar la clase con ocho consejos diarios para tener éxito en la vida, en el que se abarca aspectos de la escojencia de las amistades, el respeto hacia los demás, ser positivo ante los fallos pues estos nos brindan experiencia.
Dicha tarea aunque parezca sencilla, nos ayuda a tener estudiantes conscientes de su entorno en las aulas, enriquecer aún más los temas de nuestra materia, ya que esta tiene gran relación con el diario vivir de los costarricenses. En esto, radica la relevancia de la formación ciudadana y de la educación cívica.
Tomar 10 minutos por semana para integrar en el curriculum temas transversales, hará aún más productiva las clases de cívica en la que la modalidad de talleres requiere de un estado activo de los estudiantes para alcanzar aprendizajes significativos y duraderos.
Hoy más que nunca urge una formación ciudadana crítica y activa, es necesario promover una participación real de los jóvenes en la sociedad, y no limitarlo solo a temas de elecciones escolares, eventos o actividades deportivas. Sin embargo, este mismo enfoque también debe darse en las comunidades para que las personas, sin importar su edad, se vinculen con la mejora de barrio, distrito o cantón. Es en este sentido, donde la Educación Cívica tiene razón de ser dentro y fuera de las aulas.
*Lic. David Blanco Hidalgo. Profesor del Liceo de Moravia. Correo electrónico: