Un Legado de Vida e Historia
Por Mag.Karen Jiménez Martinez.*
Hace décadas, cuando Palmares aún era un lugar en formación, un hombre con visión sembró las semillas de lo que sería un pulmón verde y un refugio de paz para la comunidad. Simón Ruíz Ruíz, un palmarense comprometido, tomó la generosa decisión de donar un terreno para el disfrute y bienestar de su gente. En ese entonces, probablemente no imaginó la magnitud del impacto de su gesto, pero sabía que estaba plantando más que árboles; Estaba cultivando un legado.
Con el paso de los años, lo que empezó como un terreno baldío se transformó en un vibrante parque, adornado por la sombra de los árboles que Simón vio nacer. Las ramas se alzaron al cielo, contando historias de generaciones que jugaron, amaron, rieron y reflexionaron bajo su cobijo. Cada rincón del parque se impregna del espíritu de comunidad, siendo testigo de celebraciones, encuentros y momentos de introspección.
El tiempo avanzó y, con él, llegó el momento de cerrar un ciclo y abrir uno nuevo. Muchos años después, el legado de Simón encontró un eco poderoso en su nieto, Daniel Mejías Ruíz. En un gesto que parecía guiado por el destino, la municipalidad de Palmares nombró a Daniel como el encargado del Parque.Para él, el reto iba más allá de lo profesional: era una conexión emocional y profunda con las raíces de su familia.
Cuando Daniel se quedó con el cargo, lo hizo con el corazón lleno de orgullo y gratitud. No era solo un trabajo; Era una misión. Sentía que cada árbol centenario era una extensión de su abuelo, cada hoja una carta escrita por Simón para las generaciones futuras. Cada día, mientras recorría los senderos del parque, recordaba las historias que su familia contaba sobre su abuelo, sobre su generosidad y su amor por Palmares. Daniel no sólo cuidó del parque como administrador; Lo hizo con la pasión de un nieto honrando un legado. Se comprometió a proteger ese espacio para que siguiera siendo un oasis para los habitantes de Palmares. Organizó jornadas de limpieza, actividades comunitarias y proyectos de conservación. Cada acción estaba cargada de emoción, porque para él, no era solo mantener el parque, sino cuidar el sueño de su abuelo.
Hoy, el Parque de Palmares sigue siendo un símbolo de unión y un recordatorio de lo que significa dar sin esperar nada a cambio. Es un testimonio de cómo los actos de generosidad pueden trascender generaciones, dejando huellas imborrables en el corazón de una comunidad. Gracias a la visión de Simón Ruíz Ruíz y al compromiso de su nieto Daniel Mejías Ruíz, el parque no sólo es un espacio físico, sino un lugar lleno de alma, historia y esperanza. Cada vez que los árboles centenarios mecen sus ramas al viento, es como si susurraran un mensaje eterno: la grandeza de una persona se mide por lo que siembra para el futuro.
Fuentes:
Foto 1: Familia de Daniel Mejías Ruíz.
Foto 2: Fotografía de Daniel Mejías Ruíz.
Entrevista al señor Wilberth Mejías Cruz- Hjio de Daniel Mejías Ruíz, noviembre 2024.
*Mag. Karen Jiménez Martinez. Profesora de la Cátedra de Historia de la UNED. Correo electrónico: