El populismo es una de las manifestaciones políticas más complejas y peligrosas, pues puede llevar a convertirse en dictaduras o bien crear gobiernos que favorecen determinados grupos o intereses a partir de la manipulación de las masas mediante discursos y el uso de los medios de comunicación.
Para algunos el populismo es una tendencia política que busca obtener el apoyo popular, especialmente de las clases sociales más bajas, a través de discursos que enfatizan la lucha entre el pueblo y las élites. Para otros, el populismo es “una forma específica de constituir una solidaridad política, como un mecanismo de funcionamiento característico de esa solidaridad esa tensión irresoluble entre la división y la homogeneización de la comunidad política” (Aboy Carlés, 2001, pp. 384-385)
A las definiciones anteriores se le suma un factor que en los últimos años ha complicado el asunto, vinculado con las redes sociales, las noticias falsas y las personas creadoras de contenido. Aunque en el pasado se utilizaban ardientes discurso, panfletos, periódicos, películas y radio para difundir las ideas del populista y sus intereses, hoy con la magina de las tecnologías de comunicación e información (TICS), la situación se volvió imparable, al punto de que existen personas contratadas para desinformar y difundir dichas noticias. Sumado a esto el algoritmo que utilizan las redes sociales ha ocasionado la extrapolación de la sociedad y una enorme parcialización de la información, según el bando del cual se pertenezca.
En síntesis, estas nuevas formas de populismo y la vuelta a gobiernos de derecha tanto en América Latina como en otras partes del mundo, ha puesto en riesgo la estabilidad política, económica y la paz en el planeta. Estos son partes de las necesidades de contar con una educación crítica y reflexiva, que brinde herramientas a las personas para analizar y discernir la información que reciben, y que promueva una mayor participación ciudadana, transparencia y control político.
Cátedra de Historia de la UNED