Emblemas blanco

 H I S T O R I A  Y  S O C I E D A D
Boletín electrónico

 

 

Al abrir las páginas de los medios escritos y digitales de prensa, en medio de tantas informaciones, ha tomado notoriedad el tema del ébola, una enfermedad que se está esparciendo por algunos países del continente africano como Liberia, Sierra Leona, Guinea y Nigeria, varios de los cuales han figurado entre los últimos lugares de las listas del Índice de Desarrollo Humano (IDH) que publica periódicamente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

   El ébola es una enfermedad altamente contagiosa y mortal, originaria del África Ecuatorial y ocasionada por un virus del mismo nombre, de la que no se posee vacuna ni un tratamiento específico que eviten su propagación. En el contexto actual, la enfermedad ha sido llevada a países fuera de África por pacientes enfermos, por lo que se ha temido una mayor difusión a nivel mundial, por lo que varios países han tomado medidas para evitar que el virus se propague, por lo que se han impuesto controles o restringido el acceso a pasajeros provenientes de los países afectados.

   Debido al desarrollo científico y tecnológico actual, se dan los medios óptimos para la transmisión de las enfermedades a otras regiones como también los mecanismos para combatirlas y controlarlas, como se evidenció hace algunos años con la difusión a nivel mundial de la gripe A (H1N1) y durante las últimas décadas con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Sin embargo, la respuesta no solo ha provenido de las organizaciones internacionales o de los Estados, sino que la misma sociedad civil ha tomado medidas para evitar su propagación.

   La difusión de estas enfermedades ha provocado también efectos económicos y sociales en los países que son más afectados, además que las condiciones socioeconómicas favorecen también su mayor arraigo en estas poblaciones, por lo que es necesario un esfuerzo mundial para combatirlas, en especial en aquellos países que no poseen los recursos suficientes para hacerlo.

   Mientras se ha organizado una coalición internacional para combatir la expansión del movimiento yihadista Estado Islámico en el Medio Oriente, que ha tenido consecuencias dramáticas para los países afectados, sería encomiable realizar un esfuerzo similar para evitar la propagación de esta enfermedad, pero en vez de enviar soldados, se podría enviar personal sanitario capacitado para atender a los que sufren con la enfermedad y destinar importantes recursos en la investigación médica para el desarrollo de tratamientos efectivos; en lugar de continuar con el aislamiento que ha condenado miles de personas a la muerte.

   Aunque para nadie es un secreto que el interés de los grupos poderosos y de grandes farmacéuticas es su rentabilidad financiera; no es posible que la sociedad mundial continúe guardando silencio ante estos nefastos e inhumanos actos. Es necesario elevar nuestras conciencias sobre la necesidad del envío de ayuda y personal a los territorios que están siendo más afectadas por este terrible enfermedad. Por eso, en un mundo globalizado como este, es preciso que se realicen esfuerzos  para mejorar las condiciones de vida y salud de todos los habitantes de este planeta, sin importar el continente o país donde nacieron.

Cátedra de Historia de la UNED